Hijoputa Aleman

Mientras los segundos canales de la TDT, aquellos que solo tienen un mero fin de relleno y que pretenden copar mercado y ser un simple altavoz de la cadena madre, mientras se vacían de contenido no reutilizable hacen de rapiña y me pasean por enésima vez que Peter Falk ha muerto, no puedo pensar en otra cosa que en los números que en definitiva traduce y deja en legado “Colombo”.
Para empezar fu el Charlie Seen de su época, cobrando el tope que se podía cobrar en aquella época por episodios. Debemos dejar a un lado el tema de Charlie y sus juergas, de sus novias y desenfrenos, claro está; aunque creo que las fiestas de la época dorada de Hollywood y la televisión debían ser mucho mejores.
Por otra parte era un vago, o al menos el público lo era. Si la última temporada de House son unos 23 episodios, en los 20 años de serie, digamos que no realizaron tampoco muchos más.
Ahora todo el mundo practica el mejor onanismo mediático que es el mortuorio disfrazado de encantador homenaje y tirando de archivo vemos maratones de la serie, y es que Colombo tenía algo, algo que el tiempo no respetaba.
Porque no mejoraba con el paso del tiempo, la mirada del tuerto Peter Falk, medio en serio medio ojo de cristal y la gabardina que olía más que el purillo me ponía nervioso, porque hacerse el tonto en la tele siempre me pone así.
Al menos murió feliz, en la ignorancia y descubriendo algo nuevo de su casa de Beverly Hills, y todo cortesía del Alzhéimer.
Curioso eso de morir en la ignorancia, tal vez una dulce manera de hacerlo.

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