Satan es tu amigo

Sabemos que Dios no existe, pero Satán si porque lo creamos nosotros mismos. Si no te convence mi razonamiento pon Telecinco y lo veras.

Satán existe porque es un hijoputa. Es ese amigo cabrón que necesitas para salir y perder la cabeza, es la muerte de Pepito Grillo por sobredosis, es el culpable que Alicia del País de las maravillas nunca jamás volviera a su casa y frecuente los descampados junto a varias bandas organizadas de cartas de diamantes, porque tú sabes que el final del cuento fue una patraña.


Satán te ve cuando escupes un pollo al suelo y tu cara se llena de satisfacción al verlo bien grande, jugoso, plástico y verde. Es la mirada indiscreta que no detectas cuando tu perro Pitbull, que compraste por tener polla pequeña al mismo nivel que tu autoestima, se caga en la acera.

Satán se ríe con los pro-Vida que luego van al extranjero para abortar. Rompe a carcajadas con los curas que sodomizan y con los que dan misa. Se descojona con los que se llaman ateos pero creen en una fuerza, en una energía. Rompen a llorar con lo que piensan que el futuro será mejor.

Satán se entretiene con los que miran la vida en positivo, se los imagina como hámster dopado dando vueltas en su rueda pensando que llegara lejos. Le orgullece los que se ponen a dieta y hacen deporte para luego comer hasta vomitar. Admira a los adictos al gimnasio por reunir tanta y tanta maldad en pro de la salud.

Satán tiene la polla dura cuando comes viendo las noticias llenas de negros moribundos, decapitaciones y desgracias. Para Satán es como si alguien le metieran un dedo por el culo y eyaculara como un caballo cada vez que entras en las redes sociales y cuantas tu mísera vida. Satán produce líquido seminal cuando alguien sube fotos al Facebook.

Satán fuma Lucky sin filtro y puros, bebe Jack Daniels, está fofo, folla con mujeres de mala vida y huye del sexo homosexual porque es algo que no le atrae. Si, de acuerdo, es posible que si Satán es un vicioso de cojones, la afirmación sea un poco rara pero al igual que un adicto al sexo no le tiene que gustar la zoofilia, incluso Satán tiene sus límites.

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